Nuestro ID galáctico

Todo lo que forme parte o se sirva de este planeta tiene derecho a que se respete su ecosistema íntegro.

Los humanos, como especie, debemos prepararnos para dejar atrás la idea de que “somos la especie”, reemplazándola por una nueva: “somos una especie”. Una especie más.

A lo largo de la historia de la humanidad, el antropocentrismo ha sido la norma. Bajo esta idea hemos fundado nuestra sociedad: una visión en la que el ser humano, al estar en la cima de la pirámide alimenticia (gracias a nuestro ingenio), se ha “señoreado” —como dicta la Biblia— sobre toda la naturaleza, explotándola y devastando ecosistemas enteros para usar sus recursos.

Quizá, en un principio, con nuestra limitada tecnología no había otro camino. Sin embargo, esta idea nos condenó a desarrollar sociedades basadas en la explotación, sin considerar al ecosistema en su totalidad. No fue sino hasta que llegamos al borde de una catástrofe climática que vimos la necesidad de tomar un nuevo rumbo. Si nuestra idea de desarrollo hubiera sido terrícola desde el principio, y hubiéramos tenido siempre en consideración a todas las especies y ecosistemas, nuestros desarrollos tecnológicos habrían estado alineados con la idea de conservar nuestro hogar —el planeta Tierra— intacto, en lugar de devastarlo. Pero no fue así.

El problema radica en que nos hemos considerado a nosotros mismos como “La Especie”. No obstante, como bien lo dejó ver Enrico Fermi, no estamos solos en el universo, y mucho menos en este planeta. Es probable que no tengamos nada de especial, que seamos solo una forma de vida más en este pequeño punto azul, una mota de polvo en la vastedad del cosmos. Pero nos gusta creer que el universo conspira a nuestro favor. Debemos comprender que somos una especie más en este planeta que, en algún momento, tendremos que abandonar. (El Sol morirá.)

Ser un “Terrícola”

Debemos cambiar el fundamento de nuestra sociedad antropocéntrica por uno multi-especista. No nos consideremos los dueños del planeta, sino parte de él, y consideremos al planeta como parte de un sistema mayor. Abandonemos la idea de “humanidad” y avancemos hacia la idea de lo “terrícola”.

Si nos consideramos parte del ecosistema, y no su fin último, podremos dar el paso social necesario para avanzar hacia una sociedad multi-planetaria. Esta sociedad requerirá una identidad terrícola fuerte, con principios sólidos y universales, libre de vacíos, que podamos llevar con nosotros a otros planetas. Aquí es donde la paradoja del barco de Teseo cobra más relevancia que nunca. El nuevo planteamiento será: "A medida que más humanos nazcan, vivan y coexistan en otros planetas, ¿seguirán siendo humanos?"

Por eso creo firmemente que el ID Terrícola no debe basarse en haber nacido en el planeta o en pertenecer a un país terrestre, sino en el hecho de que, en algún momento, la especie se originó en la Tierra, se sirvió de sus recursos y avanzó hacia otros planetas. Por tanto, el terrícola es aquel que tiene una vinculación histórica con el planeta Tierra. Esto incluye todo lo que se sirvió o perteneció a este planeta. De tal manera, una rosa en Marte seguiría siendo “una rosa terrícola”, y un humano en Marte sería “un homo terrícola”.

El Desarrollo Terrícola

Es innegable que la humanidad ha avanzado enormemente en el desarrollo tecnológico, no solo en los últimos años, con tecnologías como la W.W.W. (World Wide Web), sino también en tecnologías más antiguas y “sencillas”, como el bombeo de agua, la manufactura, la siderurgia, la maquilación, entre muchas otras. Sin embargo, estas tecnologías han estado condenadas por nuestra visión antropocéntrica y la idea de que, como humanos, tenemos el derecho de "señorearnos" sobre el resto de los elementos, vivos o inertes, de este planeta.

Hemos explotado minerales, animales, tierras y plantas para abastecer nuestra monstruosa civilización. Creo, sin duda, que si hubiéramos tenido un fundamento terrícola desde el principio, el camino no habría sido la explotación petrolera. En cambio, habríamos volcado nuestros esfuerzos hacia la fusión nuclear, la geotermia y otras formas de energía que hemos decidido desarrollar solo ahora, cuando se ha vuelto necesario para nuestra supervivencia.

Este enfoque antropocéntrico debe ser abandonado si queremos que nuestra especie tenga futuro.

La Identidad Definitiva

Los terrícolas somos parte de un ecosistema mayor (Gea), que a su vez es parte de un sistema cósmico que, quizás, nunca lleguemos a entender en nuestras vidas. Por lo tanto, debemos abandonar toda pretensión de superioridad y aceptar nuestra insignificancia frente a la inmensidad del cosmos.

Debemos considerarnos miembros de una misma especie porque, en efecto, lo somos. Solo el esfuerzo conjunto de la especie puede salvar este ecosistema planetario. Tal vez, en su infinita sabiduría, la naturaleza preparó a una especie dentro de sí misma que pudiera garantizar la supervivencia del ecosistema a largo plazo.

Nos guste o no, llegará un momento en el futuro en que deberemos abandonar este planeta si queremos sobrevivir, ya sea porque nosotros mismos lo destruyamos, porque un asteroide gigante se precipite hacia la Tierra o porque el Sol muera. De cualquier manera, este planeta ya no podrá ser nuestro hogar.

Somos parte de un ecosistema destinado a la extinción, y solo la comprensión de un sistema total nos dará las herramientas fundamentales necesarias para seguir existiendo. Si todos nos consideramos parte de un mismo lugar, no debería haber tantos problemas divisorios entre nosotros. Ahora, el nuevo barrio de la infancia será el Planeta Tierra.

La humanidad ha vivido demasiado tiempo bajo la sombra de un enfoque antropocéntrico, donde nos hemos posicionado como la especie dominante y hemos explotado los recursos del planeta sin considerar las consecuencias. Este pensamiento nos ha llevado al borde de una catástrofe climática y nos ha alejado de nuestra verdadera esencia: somos una especie más dentro de un ecosistema vasto e interconectado.

Si queremos asegurar nuestra supervivencia y la del ecosistema planetario, debemos abandonar la idea de que somos los dueños de la Tierra. Es hora de adoptar una nueva identidad terrícola, una que reconozca nuestra vinculación histórica y ecológica con el planeta. Esta identidad nos permitirá avanzar hacia una sociedad multi-planetaria, que respete los ecosistemas en los que habitemos, manteniendo el equilibrio necesario para la vida, sin importar dónde nos encontremos en el universo.

El desafío que enfrentamos no es solo tecnológico o medioambiental, sino también filosófico y ético. Solo si comprendemos que somos parte de un sistema mayor y que nuestro futuro está íntimamente ligado a la preservación de ese sistema, podremos asegurar nuestra permanencia más allá de las fronteras terrestres. En última instancia, el ID Terrícola será lo que nos defina como especie, no por dónde estemos, sino por nuestro respeto y conexión con el lugar que nos dio origen.

La Tierra no es solo un lugar donde habitamos, es nuestro barrio de la infancia, y lo que aprendamos aquí será lo que llevemos a las estrellas. Solo si entendemos esta lección, podremos aspirar a ser guardianes de la galaxia, no solo en este planeta, sino en cualquier rincón del cosmos que nos espere.

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La ética inter-galáctica.